Aves rapaces diurnas de Colombia
Muchos de los otros géneros que generalmente se consideran
contemporáneos, aún permanecen desconocidos en los registros fósiles más
antiguos (Brodkrob 1964). Como resultado de ello, se debe confiar casi
totalmente en evidencia no fósil para reconstruir la probable filogenia de las
Falconiformes. La dificultad para evidenciar los linajes radica en que los
fósiles más antiguos del Eoceno parecen ya bien desarrollados y no proporcionan
ninguna clave acerca de la identidad de las formas intermedias que condujeron
al desarrollo de las rapaces. Feduccia (1980) establece que «el registro fósil
no nos dice casi nada acerca de la evolución de las aves rapaces» y la relación
de los grupos de Falconiformes entre ellos mismos y con otros órdenes de aves
«permanece como uno de los mayores retos para la sistemática de las aves». De
hecho, el orden puede ser polifilético en su origen (Jollie 1953).
La sistemática del orden Falconiformes es una de las más
problemáticas entre los órdenes de aves (Feduccia 1996). Este diverso grupo en
un principio fue ubicado en un único orden debido a que históricamente la
clasificación de las aves dependía primordialmente de la morfología del pico y
las patas. En su esquema de clasificación, Linnaeus (1758) ubicó todos los
gavilanes, águilas, milanos, gallinazos, halcones, búhos, y otras aves dentro
de su primer orden de aves, los Accipitres. Huxley (1867) removió las aves no
rapaces más obvias del grupo e incluyó todas las rapaces en Aetomorphae. Coues
(1903) incluyó todas las rapaces diurnas en el suborden Accipitres, los búhos
en el suborden Striges, y los gallinazos del nuevo mundo en el suborden
Cathartides, constituyendo estos tres subórdenes el orden Raptores. Coues
reconoció dos familias en el orden Accipitres: Pandionidae con el águila
pescadora (Pandion haliaetus) como único
representante y la amplia familia Falconidae en la que ubicó
a los gallinazos, halcones, águilas, gavilanes y milanos.
Desde entonces, la artificialidad de ubicar gavilanes y búhos
en la misma genealogía los ha separado dentro de dos diferentes órdenes.
La separación de los dos grupos ha sido corroborada a través
de comparaciones de ADN con las que se demuestra claramente que los búhos están
más relacionados en realidad a
los chupacabras (Caprimulgiformes) y comparten
características de ave de rapiña con los gavilanes
diurnos únicamente a través de convergencia evolutiva
(Sibley y Ahlquist 1972).
El esquema de clasificación del orden Falconiformes
propuesto por Brown y Amadon (1968) ha sido ampliamente revisado y adoptado.
Este está constituido por cuatro familias muy diversas: Sagittariidae,
Cathartidae, Accipitridae y Falconidae (Figura 1.1). En general este libro
sigue la nomenclatura científica y orden de especies propuestos por Meyer de
Schauensee (1966).
La familia Sagittariidae contiene una sola especie, el
secretario (genero Sagitarius), ave
africana atípica en el orden debido a sus largas patas, que
superficialmente recuerda a aves con
forma de grulla, como las chunias (Cariamidae) de
Suramérica. A pesar de sus características
únicas, Sibley y Ahlquist (1972) confirmaron sus conexiones
Falconiformes y lo ubicaron en una familia monotípica dentro de los
Falconiformes y concluyeron que cualquier similaridad de esta especie con las
chunias es resultado de convergencia evolutiva.
La familia Cathartidae o los buitres del nuevo mundo, es
quizá la más enigmática dentro del orden. Fósiles pertenecientes a miembros de
la familia se han hallado en el viejo y nuevo mundo, presentes en sedimentos
del Eoceno localizados en Alemania. Registros fósiles de los géneros Palaeogyps
y Phasmagyps son los más antiguos para el nuevo mundo específicamente en
Norteamérica, y datan del Oligoceno temprano. Existe un vacío en el registro
fósil desde entonces hasta el Plioceno, cuando las formas ancestrales
Gymnogyps, Sarcoramphus y Vultur aparecen en el registro, exclusivamente en el
nuevo mundo.
Formas ancestrales del gallinazo negro (Coragyps atratus) y
de la guala de cabeza roja (Cathartes aura) aparecen en el registro fósil en el
Pleistoceno, cuando el cóndor de La Brea (Breagyps clarki) ahora extinto y los
enormes teratornis (Teratornis spp.) se convertían en formas extremadamente
grandes de cerca de 2 m. de alto y 8 m. de envergadura.
Fuente: Aves rapaces diurnas de Colombia
Marquez C., Bechard M., Gast F., Vanegas V.H. 2005. Aves
rapaces diurnas de Colombia. Instituto de Investigación de
Recursos Biológicos “Alexander von Humboldt”. Bogotá,
D.C. - Colombia. 394 p.
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