INTRODUCCIÓN
Ya desde la antigüedad el fenómeno de la
migración ha causado fascinación, incógnitas y reflexiones en todo tipo de
gente. Ha sido fuente de inspiración de poetas, magos y oráculos, así se
adivinaba el porvenir en el vuelo de las aves, las invasiones de algunas
especies anunciaban la guerra o la llegada de alguna epidemia. En algunos
pueblos españoles con el vuelo de las aves principalmente golondrinas y
vencejos se predice si va a llover o no. Los poetas tenían admiración a las
especies más llamativas y cantoras como las golondrinas, cigüeñas, ruiseñor,
etc... mientras los cazadores se interesaban por especies cuya cantidad de
alimento y sabor era mayor, al mismo tiempo nuestro refranero esta lleno de
referencias a las aves migradoras como "Por San Blas a la cigüeña
veras" o " En Sant Frances agarra el reclam i ves" en el caso de
la caza del zorzal.
Ese fenómeno provocó también, en los
pensadores y científicos de cualquier época su atención, ya que muchos
intentaban explicar la aparición y desaparición de las aves en épocas muy
concretas del año, hecho que se repetía anualmente. Así aparecen referencias en
las Sagradas Escrituras, sobre los movimientos de aves como las cigüeñas,
tórtolas, golondrinas y grullas. En la antigua Grecia el filósofo Aristóteles
en su obra " Historia de los animales" explicaba el fenómeno diciendo
que con los efectos del frío unas especies reaccionan desplazándose a regiones
más cálidas, como las grullas y los pelícanos o descendiendo de las montañas,
mientras que otras entran en una especie de letargo y se refugian en agujeros,
para hibernar, así las golondrinas se esconden en agujeros perdiendo las
plumas, de donde salen en primavera recubiertas de nuevas plumas. Para otras
especies admitía la transmutación apuntando que los petirrojos (Erithacus
rubecula) del invierno se metamorfoseaban en colirrojos (Phoenicurus sp.) en
verano.
Durante muchos siglos estas teorías estuvieron
vigentes en las más altas esferas científicas, sólo en ocasiones se realizaba
alguna aportación puntual así Olaus Magnus en el siglo XVI, decía que las
golondrinas de los países septentrionales se sumergían en las aguas de los
canales, apelotonadas en grupos, recomendando a los pescadores jóvenes de la
zona que vuelvan a dejarlas donde las encuentren, si por azar la sacan en sus
redes, tal como lo hacen los viejos pescadores. En el mismo siglo el ornitólogo
Pierre Belon empezó a tenerlo más claro diciendo que a las aves de su tierra
natal francesa, algo les pasaba al desaparecer en invierno y, sin embargo,
aparecían en el norte de Africa, justo allí donde no habían sido frecuentes en
los meses anteriores. Está apreciación fue de lo más criticada por los expertos
del momento que mantenían la teoría de la hibernación.
En el siglo XVIII el gran naturalista Linneo
mantenía la teoría de Aristóteles respecto a la hibernación de la golondrina
común (Hirundo rustica), que decía que viven bajo los techos de las casas de
Europa, se sumergen en invierno y vuelven a salir en la primavera. En 1.770,
Buffon rebatió esta teoría, demostrando en su obra " Historia natural de
las aves" que cualquier ave sometida al frío, lejos de caer en el letargo
perecía irreversiblemente.
La única ave con hibernación comprobada es el
Caprimulgus vociferus, un chotacabras de Estados Unidos. En 1.950 el
investigador J. Marshall capturo tres ejemplares en Texas, demostrando que las
aves que eran alimentadas normalmente permanecían activas durante todo el
invierno, pero entraban en hibernación si se les tenía en ayunas uno o dos
días. La hibernación se instauraba entre las 12 h. y 4 días. La temperatura del
cuerpo descendía hasta 6º C y no daban signos externos de respiración.
Es a partir de entonces cuando la mayoría de
los científicos aceptan el hecho de la migración de las aves, pero a nivel
popular todavía existen creencias como que los cucos (Cuculus canorus),
anunciadores de la primavera se convierten en gavilanes (Accipiter nisus) al
llegar el otoño, o como en pueblos de Castilla (España) creen que las abubillas
(Upupa epops) en invierno se esconden en agujeros y se nutren de sus propias
heces.
En la actualidad se acepta que la migración no
es única, habiendo multitud de variantes, que unido a su complejidad, es
difícil de dar una definición única.
El fenómeno de la migración no es exclusivo de
las aves, encontrando migraciones muy regulares y distantes en los cetáceos, en
algunos murciélagos, focas, renos, antílopes, tortugas marinas, mariposas,
langostas, peces e incluso en gusanos marinos, estos realizan desplazamientos
instintivamente, debido a su carácter eminentemente hereditario, debido a
procesos psico-fisiológicos.
Se cree que en la era Terciaria las aves
existentes ya realizaban migraciones, ya que existían alternancias entre zonas
favorables y desfavorables según la época del año, aunque muchos investigadores
creen que el punto inicial de la migración se produce en las glaciaciones de la
era Cuaternaria, debido a las profundas alteraciones climáticas de esa época.
La llegada de los hielos que cubrieron gran parte de los continentes, no
provoco una huida masiva de las aves, sino que muchas de ellas perecieron de
frío y hambre. Sólo algunos individuos en sus vagabundeos llegaron a regiones
más favorables uniéndose a las poblaciones residentes. Más tarde y coincidiendo
con el retroceso de los hielos se extendieron de nuevo al norte, de donde se
vieron forzadas a marcharse cada invierno, ejerciéndose una fuerte selección
natural a favor de las aves con impulsos migratorios más poderosos. Además a
estas aves se unieron aves sedentarias de regiones más sureñas que a medida que
los hielos retrocedían ocupaban las zonas vacías durante la primavera-verano,
abandonándolas obligadas por el frío y hambre durante el invierno.
El número de especies que migran es muy
elevado, prácticamente se puede afirmar que todas las especies realizan
desplazamientos más o menos importantes en alguna época del año, así por
ejemplo en las aves rapaces encontramos 28 especies o subespecies que tienen
sus áreas de cría en el hemisferio norte, desplazándose toda la población al
sur durante el invierno (especies migradoras) para retornar al año siguiente.
Otras 42 especies sólo los individuos que viven más al norte o más al sur en
especies australes, emigran para conseguir mayor aporte alimenticio, quedándose
por regla general los adultos más al norte o al sur que los jóvenes (especies
migradoras parciales). De estas 42 especies 16 anidan en Norteamérica y sólo 2
en Sudamérica. En Euroasía hay 80 especies de rapaces que son parcialmente
migradoras y 9 en Asia oriental. En Australia hay 3 especies y 4 en Sudáfrica.
Se ha calculado que la cuarta parte de rapaces existentes ejecutan migraciones
prenupciales más o menos importantes.
En Norteamérica de las 650 especies de aves,
332 especies son migradoras y de ellas 227 son especies de bosque y matorral.
Se calcula que entre 500 y 1.000 millones de individuos de estas especies se
dirigen al trópico americano donde pasan 7-8 meses. A medida que nos
desplazamos hacia el sur de América el número de aves es menor así, el 51 % de
las especies migradoras se localizan en los bosques de México y las islas del
norte del Caribe. El 30 % en la península de Yucatán y en la mayoría de las
islas del Caribe. El 10-20 % en Costa Rica, un 13 % en Panamá, del 6-12 % en Colombia
y entre el 4 y 6 % en la
Amazonía de Ecuador, Perú y Bolivia.
Fuente: LA MIGRACIÓN DE AVES
Grup d'Estudis i Protecció de les Rapaces
(G.E.R.)
JOSE V. BORT CUBERO J. LLUIS BORT CUBERO
No hay comentarios:
Publicar un comentario