Costumbres de las golondrinas
Estas ideas fueron, sin embargo, combatidas con vigor, y
vemos a Tesdorf de Lubeck, Halmann, Browne, Herman, el Dr. Lottinger y Buffon
oponerse a este error. Buffon trata hasta de explicar el origen de esa
creencia. "He pensado, dice, que entre el gran número de golondrinas que
se juntan de noche, en los primeros y los últimos tiempos de su permanencia,
encima de los juncos de las lagunas y que (' revolotean tan a menudo sobre el
agua, pueden ahogarse muchas por diversos accidentes fáciles de imaginar; que
unos pescadores hayan podido encontrar en sus redes algunas de estas
golondrinas ahogadas recientemente; que habiéndolas llevado cerca de una
estufa, hayan podido recuperar el movimiento en su presencia; que, de allí se
haya concluído, con demasiada prisa, y generalizando demasiado, que en ciertos
países todas las golondrinas invernaban debajo del agua."
La presencia en nuestros países de ciertas golondrinas en
'pleno invierno dio lugar a nuevas explicaciones. Klein, Buffon, Vieillót y
otros emitieron la hipótesis. de que hay golondrinas que permanecen aletargadas
durante el invierno y quedan en nuestras regiones sumidas en un profundo sueño
invernal. Esta hipótesis fue apoyada sobre numerosas observaciones.
"Vieillot vió, en Rouen, durante el invierno de 1775 a
1776, una golondrina rústica que tenía como escondrijo un agujero debajo de la
bóveda del puente. Salía regularmente en los días templados de los meses de
noviembre, diciembre y febrero.
Esta golondrina permanecía a veces escondida durante veinte
o treinta días, y todo el tiempo en que el aire exterior era demasiado frío.
Por lo que Vieillot deducía, que debía entonces quedar aletargada."
Una observación semejante, hecha por Achard de Prévy-Garden,
está consignada en Philosophical Transactions de 1763. Palias relata hechos del
mismo género en su libro Voyage dans plusieurs provinces de l' Empire de Russie
et dans l' Asie scptcntrionalc, y por el Rev. Colin Smit en el New
Philosophical Journal.
Esta opinión encontró aun defensores en Gould, Verreaux,
Cuvier y Dutrochet, los dos últimos miembros de la Academia de Ciencias de
Francia.
Había quedado reservado a uno de 'los naturalistas más
célebres del siglo XVIII, a Spallanzani, el refutar errores que, hacía dos
siglos, se habían vuelto creencias populares. Mediante experiencias
interesantes, consiguió demostrar la imposibilidad de hacer caer en el estado
de letargo a golondrinas, exponiéndolas a un frío inferior a la congelación, o
de conservarlas con vida sumergidas en el agua o en el barro.
Hoy se admite universalmente que las especies de hirundínidos
que poseemos en Bélgica pasan regularmente todos los inviernos en África o en
la región sudeste de Asia.
La salida de las golondrinas en el otoño y su regreso en la
primavera no se verifica a el mismo modo. El regreso se produce siempre
aisladamente o solamente por parejas. La partida, al contrario, se hace
habitualmente en bandada. "Cuando los individuos de una misma región
sienten la necesidad de cambiar de clima, se les ve agitarse más que de
costumbre; sus gritos de llamada son más frecuentes; tienen mayor tendencia a
juntarse y a evolucionar en el aire; se agrupan varias veces en el día sobre
los techados, las cornisas de las casas, las ramas secas en lo alto de los
árboles, etc. Su agitación, sus gritos y sus maniobras diarias, son un indicio
seguro de su próxima desaparición; por fin, cuando llega el día de la partida,
se juntan todas y se levantan lentamente en las altas regiones aéreas, gritando
y dando vueltas. El viaje se inicia a cualquier hora del día, si el tiempo es
propicio.
Sin embargo, las golondrinas tienen una preferencia señalada
para las horas de la tarde y salen habitualmente cuando el sol cae en el
horizonte".
Vuelo de los hirundínidos es muy vivo y ligero; a veces
descansan en el suelo pero caminan con bastante dificultad.
Para descansar, se paran generalmente en la cima de los
árboles, sobre ramas flexibles desprovistas de hojas o sobre hilos telegráficos.
Su vista tiene un alcance asombroso y puede ser igualada a
la agudeza visual de las rapaces. En pleno vuelo, a distancias increíbles,
distinguen los más pequeños insectos. Después del vuelo, la vista es la
facultad que tienen más desarrollada.
Los hirundínidos tienen, además, un conjunto de cualidades
verdaderamente notables: son alegres, sociables, pacíficos, prudentes,
inteligentes y valientes.
Fuente: Anónimo (1922) Informaciones. Costumbres de las
golondrinas. Hornero
002 (04) : 305-311
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