LA MIGRACIÓN DE AVES
MECANISMOS DE ORIENTACIÓN EN LOS DESPLAZAMIENTOS
MIGRATORIOS.
Al principio aparecieron multitud de puntos oscuros en los
mecanismos utilizados por las aves para orientarse en los desplazamientos
migratorios, encontrando un sin fin de hipótesis formuladas por los
investigadores. Así unos decían que las aves conocían la latitud y longitud
debido al sentido gradiente o variación de humedades y temperaturas. Otros que
poseían una fina sensibilidad frente a la fuerza centrífuga terrestre, o frente
a la propia inercia del cuerpo en vuelo. Otros que las aves tenían un órgano
específico de la orientación situado (según los autores) en el laberinto del
oído, encéfalo e incluso en las propias fosas nasales. Todos estos experimentos
resultaron negativos. Llegando a la conclusión de que las formas de orientación
no son únicas al igual que las modalidades de migración, dependiendo en
ocasiones de la longevidad de las especies o de la amplitud de los viajes. En
la actualidad, casi todas de las incógnitas se han resuelto pero debido a la
complejidad del hecho muchas aún son insuficientemente conocidas.
Parece ser que existen especies que la orientación del rumbo
es innato como el caso del Cuco, que una vez los adultos depositan los huevos
en nidos de otras especies, estos inician la migración, cuando los jóvenes
vuelan realizan el viaje ellos solos sin nadie que les guíe, sin embargo en
aves con vidas largas parece ser que los adultos que ya han realizado varios
viajes enseñan a los más jóvenes, como las grullas que suelen vivir entre 20 y
25 años y los jóvenes del año tienen gran dependencia de los padres.
Dependiendo del modelo de migración las aves suelen
orientarse por distintos elementos, así los migrantes diurnos suelen orientarse
en principio por las referencias físicas del terreno que quedan grabadas en sus
cerebros, y por la posición del sol. Mientras los migrantes nocturnos suelen
orientarse por la posición de la luna y las estrellas.
Un investigador llamado Kramer, realizó experimentos con
migrantes diurnos. Colocó en una jaula en el centro de una habitación circular
de paredes uniformes, con un conjunto cíclico de ventanas en la pared de la
habitación por donde el ave podía ver el cielo. Y observo la direccionalidad
preferente que adoptaba el ave, demostrando que el predominio era el sudoeste
en otoño y nordeste en primavera. Dedujo que estas aves se orientaban por la
posición del sol. Posteriormente aplicó espejos en las ventanas desviando la
luz del sol con un cierto ángulo, la consecuencia fue que el ave desvió la
dirección aproximadamente igual que el ángulo de los espejos. Las aves seguían
esta direccionalidad durante todas las horas del día. Kramer demostró que el
ave para encontrar el rumbo precisaba conocer la posición del sol y la hora del
día, ya que el sol cambia de posición a medida que avanza el día.
Otro investigador, el profesor Sauer en el Planetario de
Bremen, experimento con migrantes nocturnos utilizando la jaula de Kramer, el
experimento consistió en encerrar durante la época de migración posnupcial a
varios ejemplares de currucas (Silvia sp.) en una bóveda de cristal, donde
coloco distintos cielos artificiales. Así se colocaron sucesivamente los cielos
de Alemania, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Turquía , luego el de Chipre,
instante en el que las currucas cambiaron el rumbo hacia el sur para seguir el
Valle del Nilo, demostrando que las aves se guiaban de las estrellas para
llegar a los países árabes. Pero el experimento fue más halla, a una nueva
curruca le mostraron el cielo del lago Balkhash, en Asia antes que el de
Chipre, la reacción de la curruca fue inmediata: cambio el rumbo hacia el este,
para cambiar a rumbo sur, tan pronto como volvió a visualizar la bóveda celeste
de Chipre. Sauer demostró que las aves se orientaban por las estrellas y la
luna.
Otros experimentos de retorno consistieron en coger y
anillar aves que estaban cebando a sus pollos y trasladarlas a puntos lejanos,
se observó que el porcentaje de vuelta era mucho más elevado en las aves migratorias y bajo en las sedentarias (la
mayoría no volvían). Se observó que la distancia en algunas especies era factor
decisivo para el retorno, así en el caso de los Estorninos (Sturnus sp),
distancias inferiores a 300 km. regresaban a las 24 / 48 h., a poca distancia más
tardaban de 3 a 4 días e incluso no regresaban.
En 1.953 R. Mazzeo hizo transportar en avión un petrél
inglés (Hydrobates pelagicus) desde las costas británicas hasta Boston, donde
fue liberado, en 13 días fue capaz de encontrar su nido tras un vuelo de 5.100
km. En 1.958 K. Kenyon y D. Dice realizaron el experimento con un albatro
(Diomeda immutabilis), después de un vuelo de 6.500 Km. en 32 días, esta ave
marina regresaba a su nido.
Otros experimentos consistieron en coger 10 golondrinas en
Berlín y trasladarlas a Madrid (1.850 km), de ellas 2 lograron volver a sus
nidos. También se cogieron 28 vencejos reales (Apus melba) suizos y se
trasladaron a Lisboa (1.620 km), 12 regresaron a su comarca de origen,
regresando uno antes de 3 días. Se conoce desde antiguo que las palomas
mensajeras encuentran su palomar a 1.500 km. de distancia, estas aves han sido
utilizadas por el hombre desde los años 3.000 antes de J.C.
Otros experimentos consistieron en anillar tanto a aves
adultas como jóvenes, las cuales se liberaron en localidades distantes,
observando que las aves jóvenes iban a para a países que no les correspondían
mientras la mayoría de los adultos llegaban a su verdadero país de destino.
En 1.968 J. Reille puso de manifiesto la existencia de una
sensibilidad a los campos magnéticos en la paloma mensajera. Un experimento con
esta ave demostró que las palomas que se les había aplicado un iman en la
cabeza tuvieron mayor dificultad en encontrar el palomar que las que no lo
llevaban. Con tiempo soleado, las palomas con imán o sin él no tuvieron
problemas para regresar ya que se orientaban por el sol, pero con cielos
nublados, las palomas que no tenían imán llegaban sin ningún problema al
paloma, mientras que las aves con el imán en la cabeza muchas les era imposible
encontrarlo, así se concluyo que las palomas mensajeras en días nublados se
orientan por los campos magnéticos de la Tierra.
El ornitólogo W. Wiltschoko y su profesor Merkel demostraron
con el Petirrojo europeo, migrador nocturno, que colocándolo en una jaula
octogonal las aves se orientaban sin otra referencia que el campo magnético (se
hicieron experimentos con campos magnéticos artificiales).
Con otros experimentos con golondrinas comunes (Hirundo
rustica), llegaron a la conclusión que estas aves interpretan la posición del
sol y las estrellas, calculando la hora del día; es capaz de detectar frentes
nubosos y tormentas que se aproximan cambiando el rumbo; es capaz de recibir
vibraciones sonoras ultracortas características de cada zona del planeta;
calculan con mucha exactitud su posición dentro del campo magnético de la
Tierra, y por último es capaz de visualizar las tramas que varían según la hora
del día que forman la luz solar al entrar en contacto con la atmósfera.
De todas maneras se conocen que existen varias formas de
orientación para conseguir un rumbo correcto en el difícil viaje pre y
posnupcial que repiten año tras año.
Fuente: LA MIGRACIÓN DE AVES
Grup d'Estudis i Protecció de les Rapaces (G.E.R.)
JOSE V. BORT CUBERO J. LLUIS BORT CUBERO
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