Aves Marinas y Playeras
Problemas de conservación
Los principales problemas de conservación que enfrentan las
aves marinas están relacionados con la modificación de su hábitat terrestre y
marino (reproductivo y de alimentación). Las amenazas en tierra, durante el
periodo reproductivo, están dadas por la introducción de especies exóticas en
las colonias, como perros, gatos, ratas, y otros mamíferos que predan sobre
adultos, pichones o huevos. También la introducción de ganado genera erosión
del suelo y cambios en las comunidades vegetales que pueden afectar la calidad
del hábitat de nidificación. Por otra parte, el turismo produce un alto impacto
en las colonias, provocando la deserción de nidos por parte de las aves
adultas, y exponiendo a huevos y pichones ante predadores.
En el mar, la actividad pesquera es la mayor amenaza para
las aves marinas. Por un lado, la sobrepesca disminuye la disponibilidad de
presas, y por el otro, las aves son capturadas accidentalmente en las artes de
pesca. En particular, las aves buceadoras son atrapadas en redes de arrastre,
mientras que los albatros y petreles quedan enganchados al intentar comer la
carnada de los palangres. Algunas especies, en particular las gaviotas,
aprovechan los descartes pesqueros, obteniendo de esta manera una fuente de
alimento no disponible regularmente. Esto ha favorecido al crecimiento de las
poblaciones de gaviotas, lo cual se traduce en un problema para otras especies
que compiten por el espacio de nidificación o que son sus presas.
La contaminación por metales pesados, organoclorados,
petróleo y plástico es otro de los problemas de conservación a los que se
enfrenta este grupo de aves. Es frecuente ver animales ingiriendo restos
plásticos derivados de actividades pesqueras; o con sus patas, picos o alas
enganchados en restos de líneas de pesca. Los derrames de petróleo pueden
causar mortalidades masivas en tiempos cortos. Sin embargo, los derrames
crónicos, si bien no son tan evidentes, son un problema constante. En
particular, las aves que nadan o bucean están más expuestas, con un alto costo,
ya que pierden la impermeabilidad de sus plumas, su protección frente a las
frías aguas, lo que las obliga a salir a la costa y dejar de alimentarse.
AVES PLAYERAS
Las aves playeras son aquellas que usan mayormente las
costas marinas, aunque también se puede encontrar aves playeras en costas de
ríos, lagos, lagunas o en pastizales.
La mayoría de estas especies migra, y atraviesa océanos
durante su viaje. En el mismo, raramente tocan el agua. Aprovechan los vientos
para cubrir rápidamente grandes distancias. Durante la migración forman grandes
bandadas, que vuelan a una altura de hasta 6000 m, a velocidades que alcanzan
los 90 km/h.
Las aves playeras se alimentan mayormente de invertebrados:
insectos, caracoles, gusanos marinos y moluscos bivalvos. Localizan a sus
presas visualmente o a través del tacto, en el agua, fango o arena.
Existe una gran variabilidad en la morfología del pico, lo
cual permite que cada especie utilice diferentes hábitats de alimentación, que
se alimente de presas de diferente tamaño o enterradas a distinta profundidad.
El comportamiento de estas aves está fuertemente relacionado
con el movimiento de las mareas, ya que el agua cubre sus áreas de alimentación
y altera la disponibilidad de presas. Por lo tanto, las aves utilizan la zona
intermareal para alimentarse durante la marea baja, y descansan en playas de
arena y pastizales durante la marea alta.
Generalmente, son animales gregarios durante la etapa no
reproductiva. En cambio, defienden su propio territorio cuando se están
reproduciendo. Sólo algunas especies reproducen en colonias. La mayoría de las
especies son monógamas. Forman una sola pareja en la estación reproductiva (que
muchas veces persiste año a año) y ambos integrantes de la misma se encargan
del cuidado de los pichones.
También, se ha observado la poliginia en algunas especies,
como el Playero de Rabadilla Blanca. En este caso, un mismo macho copula con
varias hembras durante la estación reproductiva, y sólo las hembras se ocupan
del cuidado de las crías. Otras especies son poliándricas: una hembra copula
con varios machos, y es éste quien se encarga de incubar los huevos y alimentar
a los pichones (falaropos y jacanas).
Sus nidos son simplemente un pequeño pozo en el suelo,
generalmente cerca del agua, al que acondicionan con piedras, conchas marinas,
pastos u hojas. Ponen entre 1 y 4 huevos. Su periodo de incubación varía entre
15 y 40 días dependiendo de la especie. Los pichones son precociales, y
abandonan el nido a los dos días de nacer, para alimentarse junto a sus padres.
Fuente: Aves Marinas y Playeras
Área Educación Ambiental - Fundación Patagonia Natural
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