Cría en cautiverio de Reina Moras.
Reina mora grande: Cyanocompsa
Brisonii de más o menos 16 cm., pico muy grueso y negro, el
macho es azul, con el periocular, frente y hombros celestes, las hembras y
juveniles de dorso castaño y ventral canela, se las encuentra en las regiones
de montes y selvas de las provincias del centro y norte de Argentina.
*Reina mora chica: Cyanocompsa glaucocaerulea de 14 cm.,
macho mucho más celeste que la reina mora grande, pico grueso más corto y base
de la mandíbula blancuzca, hembras y juveniles iguales a las hembras de la
reina mora grande, habita las provincias mesopotámicas.
* Reina mora enana: amaurospiza moesta, de 11 cm., pico
menor que las anteriores, recuerda el de la corbatita, el macho es negro azulado
opaco, plumas interior del ala blancas no muy notables, las hembras son de
dorso castaño, alas y cola pardas, ventral canela, habita en las selvas de
Misiones.
Vamos a tratar aquí la reina mora grande que es la más
habitual y conocida. El macho es un excelente cantor, valiente y dominador, es
muy común escuchar que alguno está “asustado” por haber encontrado otro con más
valentía. La hembra por lo general no canta, pero en época de cría, quizás para
estimular a su pretendiente, suelta un canto suave, poco audible a cierta
distancia, pero muy armonioso, lo que lleva al macho a una frecuencia
intermitente de canto de hasta 3 minutos seguidos.
La corte para el emparejamiento es una verdadera fiesta,
según escribió el Sr. García Rey en la revista Hornero: “el trato de mis
ejemplares de reina mora no puede ser más afectuoso. Después de que están
juntos y adaptados al cautiverio, la hembra comenzó a precuparse por la
alimentación del compañero, dándole comida en el pico, no comida del buche,
pero sí granos de alpiste que previamente descascaraba. Esto provocó el efecto,
obviamente buscado, de que en breve tiempo estaban compañerísimos. Era
interesante también ver como festejaban y como se llamaban para estar juntos
uno al otro. El que quería atraer al otro, levantaba la cola, separando un
tanto las directrices, entreabriendo la plumas de las alas, alzando la cabeza
un poco para atrás, entreabriendo el pico de donde emitía un chillido suave y
continuo, esto acompañado con el estremecimiento del cuerpo y arremolinando las
plumas de la región posterior”.
Esa actitud no la toma el ave de golpe, se le va dando de a
poco, gradualmente hasta mantenerse en una especie de éxtasis. El que tan
atrayentemente es llamado, siempre cede a la invitación y se acerca al otro,
dando muestras de inquietud, agitando la cola, con movimientos bruscos de un
lado para el otro. Aproximándose entonces trayendo en el pico un granito
cualquiera, que ofrece al solicitante de su compañía. Esto da a quien observa
la impresión de que las dos aves cambiaron un beso.
Estas escenas se repiten muchas veces, especialmente en
primavera y otoño.
Fuente: Reinamoras ( Cyanocompsa brissonii)
Relizado por Omar Garcia con la colaboración de Hugo Ferrari
y Diego Pronzatti para
Carduelios@gruposyahoo.com
Cría en cautiverio de Reina Moras.
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